El Supremo Hacedor llamó a un hermoso bebé y le dijo:
Te voy a mandar a la tierra y para ti escogí dos ángeles, uno te trasportará entre los humanos y con el otro vivirás para siempre.
Dices que me vas a enviar a la Tierra; pero ¿Cómo viviré tan pequeño e indefenso como soy? Aquí en el Cielo, no hago más que cantar y sonreír, eso me basta para ser feliz.
El segundo ángel que te busqué cantará, sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.
¿Cómo entenderé cuando la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar, y con mucha paciencia y cariño te enseñará a hablar.
¿Qué haré cuando quiera conversar contigo?
Tu ángel te juntará las manitas y te enseñará a rezar.
He oído que en la Tierra hay hombres malos, ¿Quién me defenderá?
Tu ángel te protegerá aún a costa de su propia vida.
Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
Tu ángel te hablará de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.
Se hizo en mi rededor una gran bola de fulgente luz, un silencio omnímodo reinaba en el Cielo, de repente escuché voces terrestres, antes de partir le supliqué una última respuesta.
Díos mío, si ya me voy dime al menos como se llama el ángel con quien compartiré mi vida.
Su nombre no importa, tú sólo le dirás: Mamá.
Adaptación de
una leyenda.
franciscoponce.com/archives/798
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